Franz Kafka: aficiones

Franz Kafka era muy aficionado a viajar, y junto con su mejor amigo Max Brod visitaron diversos lugares de toda Europa sobre los que leían. A Kafka también le gustaba pasear por Praga, pero para él un simple paseo significaba unos quince o veinte kilómetros. En general, se puede decir que le encantaba el deporte. Hacía largas caminatas, remaba o nadaba, y no sólo en su tiempo libre, sino también cuando estaba de viaje. Solía decir que sólo desde el agua podía disfrutar mejor del paisaje local.

Como era un gran partidario de un estilo de vida saludable, no fumaba y durante gran parte de su vida ni siquiera comió carne. Sin embargo, debido a una tuberculosis avanzada se vio obligado a volver a comer carne, por lo que su conducta vegetariana fue asumida por su hermana Ottilie.

Su amor por la jardinería le llevó incluso a solicitar trabajo en una tienda de botánica de Nusle y formarse como jardinero. También trabajó en una conocida fábrica de horticultura de Turnov.

Entre otras de sus aficiones destacaba la de escribir cartas. Su correspondencia amorosa con su novia y más tarde la que sería su prometida Milena Jesenská, por ejemplo, se convirtió en el libro Cartas a Milena. Se dedicaba a escribir tanto por la mañana como por la noche ya que se acostaba tarde al sufrir insomnio. Probablemente se debía a que era muy sensible a los sonidos del entorno y le molestaba cualquier ruido del edificio de enfrente, como el golpeteo de los talleres o el alboroto de los niños. Además de la literatura, le fascinaban el teatro y el cine.